En los últimos meses han pasado muchas cosas en la renta variable. Las fechas “clave” se han ido sucediendo una tras otra en el calendario, con un episodio de descanso en los mercados de renta variable internacional que, como suele ser habitual, han afectado más a los mercados débiles y menos a los mercados más fuertes.
Siguiendo nuestra estrategia de inversión (explicada en mi libro “El Código de Wall Street”) hemos evitado (y seguimos haciéndolo) a la renta variable europea por su debilidad, que en muchos casos ha acumulado pérdidas cercanas a los 25 puntos porcentuales. En cambio, el mercado americano sigue mucho más fuerte, y es allí donde desde hace meses estamos dirigiendo gran parte de nuestras inversiones, con muchos de sus sectores ya superando máximos históricos.
En estos últimos meses, hemos escuchado cambios de discurso por parte de muchos analistas, llegándose a comparar la situación vivida con la del año 2008. Personalmente he argumentado en reiteradas ocasiones por qué en mi opinión no hemos estado en ningún momento ante una situación similar como la vivida en 2008 desde un punto de vista global.
Cuando el mercado no acompaña, lo “fácil” es dejarse llevar por el “argumentario bajista”, ya que tal y como demostré en el artículo “El miedo vende” es lo que la gente quiere oír. Pero aquí nuestro objetivo no es decir lo que la gente quiere oír, sino sacar partido de los mercados, y eso pasa siempre por situarse del lado del escenario más probable, aunque éste sea el que menos atraiga la atención de los inversores.
En el artículo “Esto no es 2008” explicaba como el escenario actual era muy similar al de 1997, donde a pesar de una pequeña debilidad en los indicadores de amplitud, la escasa rentabilidad de la renta fija hacía muy poco probable un escenario bajista de gran calado internacional como el que nos bombardeaban las portadas de los diferentes portales especializados cada día.
En estos momentos la rentabilidad de la renta fija se mantiene en niveles muy bajos, lo que sigue empujando a los grandes flujos monetarios hacia los mercados de renta variable (especialmente los más fuertes como los americanos) en busca de rentabilidad. Además, la amplitud está mejorando de forma notable, de hecho, si eliminamos el sesgo de ponderación que tienen los índices tradicionales (donde las compañías más grandes pesan más que las pequeñas) observamos que el mercado está subiendo incluso más que los propios índices.
La siguiente imagen extraída del área gráficos de esBolsa.com muestra con una línea azul el comportamiento del S&P 500 desde mínimos de febrero, y con una línea roja se representa el comportamiento de la línea avance/descenso de todo el mercado americano. Recordemos que esta línea representa el comportamiento de los casi 7000 valores cotizados en EEUU, todos ellos con el mismo peso, es decir, eliminamos el sesgo de los índices que tienden a representar el comportamiento de los valores más grandes y vemos de forma mucho más “limpia” el comportamiento conjunto de la totalidad del mercado.
Como se puede observar, desde los mínimos de febrero en su conjunto el mercado no ponderado está incluso más fuerte de lo que representa el propio S&P 500 (sesgado por los grandes valores). Esta es una buena noticia para el propio mercado, ya que significa que la presión compradora en las alzas de las bolsas se está centrando en la mayoría de empresas cotizadas, lo que refleja que el dinero está entrando y confiando en la inmensa mayoría de valores, no solo en los grandes (lo que suele ser síntoma de una postura más defensiva).
Tal y como vimos aquí la semana pasada, teniendo en cuenta los dividendos el mercado americano ya ha sido capaz de establecer nuevos máximos históricos, unos máximos que probablemente dada la buena salud que muestra el actual mercado también termine alcanzando el S&P 500 más mediático (que no descuenta dividendos), dejando una vez más en evidencia a aquellos que por enésima vez dieron por muerto el actual ciclo alcista.
Gráficos: esBolsa.com
Recuerda que toda la metodología de inversión, y el estudio de los flujos monetarios que generan mercados alcistas y bajistas, viene explicada en detalle en mi libro “El código de Wall Street”.
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Los análisis aquí expuestos son opiniones estrictamente personales, no recomendaciones.