En diferentes ocasiones durante los últimos años la atención mediática ha estado centrada en un evento propagandístico como son los test de estrés a la banca. En el mundo de las finanzas circula tanta información “estéril”, que muy pronto se olvidan detalles como que, en los test de estrés que hubo entre 2010-2011, entidades como Bankia sacaron una nota impecable a tan solo unos meses de que el banco tuviese que ser rescatado por todos.
Y no es el único caso. Entre 2011 y 2016, el Banco Popular solo suspendió uno de los cuatro test de estrés a los que le sometieron tanto el Banco Central Europeo, como la Autoridad Bancaria Europea y el Banco de España. Y aquel fallo, en las pruebas realizadas por Oliver Wyman en septiembre de 2012, lo subsanó con una ampliación de capital (ruinosa para los que acudieron) de 2.500 millones. A pesar de haber superado estos “test de estrés”, ya sabéis lo que sucedió con Banco Popular: el 7 de junio de 2017 Banco Popular fue adquirido por Banco Santander por 1€.
Veréis, aunque es un poco predicar en el desierto, alrededor del mundo de las inversiones florece un show al que todo el mundo presta atención, ignorando su escasa o nula utilidad y su gran manipulación.
De hecho, podríamos hablar también de las agencias de calificación, que catalogaban al igual que lo hace ahora el rating de diferentes productos de deuda. Durante el año 2007 los paquetes de deuda que contenían hipotecas de imposible cobro tenían la máxima calidad crediticia. Después vino toda la crisis subripme provocada por esos mismos productos que las agencias decían que eran “lo más de lo más”.
A pesar de toda esta evidente manipulación mediática, el mundo de las finanzas sigue prestando atención a esas agencias de calificación dependientes (se financian con intereses privados) que pregonan a los cuatro vientos los ratings que más interesan a sus clientes. ¡Terrible!
Pero bueno, la industria está montada así. Se prefiere prestar atención a los actores que mueven las noticias a su gusto. Ha sido así toda la vida y supongo que así seguirá siendo. Otra cosa es quién quiera hacerles caso.
Personalmente ya sabéis que única y exclusivamente me guío por lo que dice el precio de cotización. Al final de todo, el precio es el que termina haciéndonos ganar o perder dinero, da igual cómo sean las noticias, el juez final es el precio.
Como reitero hasta la saciedad, debemos estar invertidos en sectores que además de subir, lo hagan a un ritmo superior que la media y estos son unos criterios que ahora mismo no cumple la banca europea.
A continuación, podéis ver el gráfico del sector bancario europeo (pulsar sobre el mismo para ir al gráfico interactivo).
En septiembre del año pasado la fuerza relativa del sector bancario europeo se situó en negativo. Esto nos indica que el comportamiento relativo de la banca es muy pobre con respecto al mercado. Cuando la renta variable global sube, la banca europea sube menos o incluso cae, y cuando la renta variable global cae, la banca europea cae más. Mal negocio.
A esta debilidad hay que sumar que recientemente el sector bancario europeo ha empezado a perder soportes con una pendiente bajista de su tendencia, lo que nos indica que algo no va bien dentro del sector bancario europeo. Estamos ante uno de los sectores más débiles de Europa, es decir, estamos ante un sector que lo hace mucho peor que la media del mercado y que, por lo tanto, no favorece en absoluto los intereses de sus inversores, más bien todo lo contrario: los perjudica. Buena prueba de ello es que en el viejo continente son varios los bancos que están perforando soportes (BBVA y Bankia por ejemplo en la bolsa española).
En este negocio, si estás posicionado en activos mediocres, los resultados tienden a ser mediocres, y es por ello que debemos de alejarnos de los sectores débiles.
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