Hace ya muchos meses que venimos viendo cómo, salvo unas pocas excepciones como Dinamarca, gran parte de las bolsas europeas muestran una evidente debilidad técnica.
Esta debilidad y mal aspecto técnico obviamente también se reflejan en el estado de algunos sectores “clave” dentro de la economía y, en el caso del viejo continente, me sigue llamando mucho la atención el sector bancario por diferentes factores que veremos en este artículo.
Los activos más fuertes como los mercados americanos y su tecnología, hasta hace pocos días estaban estableciendo nuevos máximos históricos. En el otro lado de la balanza estaban los activos más débiles, como el sector bancario europeo, un sector que, además de no ser capaz de recuperar la senda alcista, ante el primer episodio de retrocesos después del primer impacto del COVID, está volviendo a enfrentarse al abismo.
Si revisamos el aspecto técnico del gráfico observamos cómo, efectivamente la situación técnica es muy negativa.
Desde septiembre de 2017 la fuerza relativa del sector es negativa. Esto nos indica que, desde ese momento, el comportamiento relativo de la banca era (y es) muy pobre con respecto al mercado. Cuando la renta variable global sube, la banca europea sube menos o incluso cae, y cuando la renta variable global cae, la banca europea cae más. Mal negocio. Esta situación se ha puesto de nuevo de manifiesto durante los últimos meses, cuando las bolsas han experimentado un rebote que en el sector bancario ha sido inexistente. Esta debilidad vuelve a ponerse de manifiesto en estas últimas jornadas de retrocesos, donde el sector vuelve a zonas de mínimos con un elevado riesgo de entrar en caída libre.
A esta debilidad hay que sumar que el sector bancario europeo opera con una pendiente bajista de su tendencia, lo que nos indica que algo no va bien dentro del sector bancario europeo. Estamos ante uno de los sectores más débiles de Europa, es decir, estamos ante un sector que lo hace mucho peor que la media del mercado y que, por lo tanto, no favorece en absoluto los intereses de sus inversores, más bien todo lo contrario: los perjudica.
Desde hace meses -e incluso años- os habréis cansado de escuchar en los medios de comunicación a mil y un analista afirmando que la banca europea está “barata”. El resultado de lo “barato” unos meses, e incluso años, después supone pérdidas para los inversores que cometieron el (por desgracia) habitual error de comprar activos que tienden a depreciarse.
No olvidemos que el gráfico descuenta todo lo que necesitamos saber. Si un mercado, sector o valor está en tendencia bajista significa que éste NO sigue un rumbo favorable para los intereses de sus inversores, da igual que en los medios digan que está barato o que es una ganga. Si la tendencia es bajista, ese activo, lo más probable, es que haga perder dinero a sus inversores.
En resumen, la banca sigue siendo un activo tóxico para las carteras. Mientras persista su sesgo bajista y su debilidad, la banca europea cuanto más lejos, mejor.
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