Creo que a estas alturas no queda ningún lector de este portal sin saber que las bolsas europeas muestran un más que preocupante aspecto de medio plazo.
La inmensa mayoría de los mercados europeos de renta variable son destinos poco o nada atractivos para las inversiones por su debilidad e incluso sesgo bajista.
Fiel reflejo de ello es el promedio EuroStoxx 50, cuyo gráfico representa de forma conjunta la realidad bursátil europea.
Hay tres cosas que deberían preocupar a los bolsistas europeos. La primera de ellas es que el promedio móvil de 30 semanas está perdiendo su sesgo alcista y ha empezado esta semana a operar con retrocesos. Esta situación está llevando al mercado europeo a perder soportes, una circunstancia que aumenta las probabilidades de que nos enfrentemos a una nueva época desfavorable para el índice.
El segundo aspecto es que el promedio europeo se sumió en la debilidad a finales del pasado mes de noviembre de 2019 y, desde entonces, muchos índices europeos no han sido capaces de evitarla. El RSCMansfield en negativo nos indica que, cuando la renta variable global sube, la gran mayoría de bolsas europeas suelen estar entre las que menos suben o incluso acumulando caídas. En cambio, cuando la renta variable global cae, las bolsas europeas suelen estar entre las que más caen. Mal negocio.
El tercer aspecto preocupante, pero no por ello menos importante, es que la señal Atlas está encendida en la referencia europea. Recordemos que este indicador nos advierte sobre los activos que esperan un movimiento violento próximamente.
Este indicador no está diseñado para informar sobre la dirección que va a tomar la cotización, tan sólo advierte de que un movimiento fuerte se avecina en la cotización, por lo que debe de ser utilizado junto a otros indicadores que nos informen de hacia dónde es más probable (no confundir probabilidad con seguridad) la dirección de dicho movimiento.
Dado que, como vimos anteriormente, el sesgo a largo plazo del EuroStoxx 50 empieza a tomar un rumbo negativo, en mi opinión, el desenlace de esta situación en el viejo continente tiene más probabilidades de producirse a la baja que al alza.
Resulta evidente que los gráficos nos advierten de la inminencia de una nueva época de fuertes depreciaciones en la renta variable europea, circunstancia que, como es obvio, genera un entorno altamente desfavorable para los inversores con intereses en las bolsas del viejo continente. Por nuestra parte, siguiendo las reglas de nuestro método, mientras los mercados europeos continúen mostrando debilidad, seguiremos manteniéndonos alejados de ellos.
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